Realiza una Búsqueda

Acción, reacción y retro

Lentamente la cuarentena se comienza a levantar en algunos sectores, ya hay ciudades que han vuelto a una normalidad cuidada y después de varios meses de encierro y distanciamiento debió ocurrir algún cambio en los gustos de las personas y en los hábitos.

Todo evento traumático que produce un impacto en la sociedad crea situaciones extremas, como si fuera la representación lineal de las ondas que se alejan del punto de caída de una piedra en el agua. Cuando ocurrió la ley seca en Estados Unidos entre 1920 y 1933 se formaron los bandos optimistas que confiaron que el crimen, la violencia y los males se acabarían con la prohibición del alcohol, y el bando contrabandista que producía destilados ilegales y mantenía bares escondidos. La incorporación de los mensajes de advertencia en las cajas de tabaco y cigarrillos sobre el cáncer por un lado creó conciencia en gente fumadora que dejó de fumar, pero también incentivó un bando desafiante que inventó adhesivos y estuches para tapar estos avisos e incluso aumentó su tasa de consumo. El fin del aislamiento social debería producir casos extremos de gente con síndrome de la cabaña que tiene miedo de salir a la calle y situaciones de hiperanimosidad que quiere recuperar el tiempo perdido con una alta dosis de reuniones con amigos y contacto físico con abrazos y besos.

Los perfumes siguen al comportamiento de la sociedad y ya se vislumbran los 2 extremos: un minimalismo que crea una sensación de limpieza y comodidad personal, y una presencia extrovertida que recurre a mayores cantidades para hacerse notar a mayor distancia o a modo de celebración o muestra de alegría y vuelta a la vida. Sin embargo este comportamiento tiene que ver con la intensidad de las fragancias y no con las familias aromáticas quedando una duda: ¿el haber pasado por un aislamiento es suficiente para cambiar globalmente el estilo de los perfumes?.

Ya hace un par de años había indicios de una tendencia a volver a aromas intensos de corte clásico como una curiosidad a lo vintage, a recuperar aromas desconocidos de una generación que nació después de la década de los años 80 como la aquilaria, las maderas, el incienso, las rosas oscuras y el vetiver. ¿El encierro y el efecto nostalgia le darán más fuerza a esta tendencia?

Esta es una opinión y sensación personal: durante este tiempo de cuarentena creo que me recorrí Internet por completo pero noté en particular una mayor facilidad para investigar temas antiguos, bajé un montón de juegos Atari que tuve cuando niño, encontré series y películas que de casualidad andaba buscando hace años y sin tener resultados en ese entonces, música que alguna vez escuché, comerciales de juguetes, y en cada descubrimiento que hacía notaba también la existencia de clubes y grupos que se dedicaban a mantener y hacer crecer estos temas. Considerando que el recordar temas de la infancia suele ser grato porque se trata de situaciones menos complejas, ya resueltas y que están asociadas con algún grado de alegría, ¿tendremos retornos de fragancias antiguas y primeros perfumes de un periodo adolescente o profesional junior? ¿Sentiremos de manera más frecuente estilos terrosos mediterráneos tipo Aramis o Azzaro pour Homme, brillos de Boss Bottled, vetas oscuras de Animale o explosiones florales tipo Anaïs Anaïs de Cacharel?

Hasta ahora no hay una métrica o estadística que indique si existió una vuelta atrás en estilos aromáticos por segmento de edad y la industria va a demorar meses en definir una nueva estrategia si encuentra que en una buena parte de su público objetivo existió este cambio de estilo. Habrá que esperar al menos hasta 1 año después del comienzo de la primera cuarentena para ver si surge algún tipo de tendencia retro.