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Flanker! (de flanker, de flanker...)

En perfumería se denomina "flanker" a una derivada de una obra ya existente, pero debiendo tener uno o más detalles heredados de la edición original como el nombre, el envase o las notas principales y todo siendo producido por la misma marca. Un perfume que se vea, huela o lea igual que otro pero fabricado por otra marca se entiende que es una copia, una inspiración o una imitación pero no un flanker.

El motivo de por qué existen los flankers es en gran parte por motivos comerciales. En la perfumería de los años 70 y antes aparecía un producto nuevo con una periodicidad de entre 10 y 5 años: la casa de Yves Saint Laurent se atrevió con su primer perfume Y de mujer en 1964, su segundo producto femenino Rive Gauche en 1971 y la tercera fragancia Opium en 1977. Christian Dior comenzó elaborando fragancias mucho antes y teniendo una mayor frecuencia de lanzamiento, pero desde Miss Dior en 1947 nunca repitió un nombre surgiendo de manera frecuente pero espaciada nuevas propuestas como Diorama, Dior Eau Fraîche y Diorissimo en la década de 1950, Diorling, Eau Sauvage (el primero de hombre en 1966) y Diorling siendo los 3 únicos lanzamientos de la década de 1960, llegando a los años 70 sólo con Diorella y Dior Dior. No se necesitaba más frecuencia porque en un mercado poco saturado estos aromas eran fáciles de distinguir como un símbolo de elegancia y a la vez cada uno de ellos era apreciado como una obra de arte.

Sin embargo algo pasó en la década de los 80 que comienzan a surgir variantes de perfumes ya existentes. Puede que haya sido una forma de no reinventar la rueda y llevar una fama ya existente a un nuevo público, y en especial al segmento masculino que siempre ha sido más reacio al concepto de perfumarse. Dior oscureció a Eau Sauvage en 1982 con una edición Extrême que avanzó sobre líneas de lavanda, tal vez como una reacción a Azzaro pour Homme que tuvo un éxito de novato en 1978, mientras que YSL refrescó en 1986 a Kouros con una edición Sport adaptándose a un estilo de hombre más dinámico y que cuida su persona en lugar de llevar sólo un traje encima y posar de manera seductora al lado de un automóvil de lujo o con un habano y un vaso de whisky. Chanel también resume esta década con 2 ediciones de Antaeus y una reinterpretación de Chanel N°5, pero cambia su modelo de negocio focalizándose sólo en Égoïste en 1991, luego Égoïste Cologne Concentrée al año siguiente y Platinum Égoïste en 1992, rematando la década con 2 ediciones de Allure para mujer y 1 para hombre.

Pero quien realmente se da cuenta del negocio de los flankers es Calvin Klein, quien estuvo al borde de una bancarrota a comienzos de los años noventa y seguía un modelo mucho más comercial que las casas francesas y orientado a la gente joven y urbana. Partió con un sistema de pares donde un primer lanzamiento de mujer creaba mercado para la edición de hombre que llevaba el mismo nombre, como los casos de Obsession, Eternity, Escape y Contradicion, pero con CK One de 1994 se da cuenta que existe un segmento joven que no se siente representado por los aromas del mercado y que se alimenta de la publicidad. CK Be aparece como un experimento de tanteo, en parte como una propuesta original pero sustentándose en la botella de CK One, tomando vuelo en el 2000 con las ediciones limitadas de CK One con decorados conmemorativos y las ediciones de verano que van cambiando cada año, agregando en esta tendencia a Eternity.

Si miramos la situación actual, lo que ocurre en esta década es completamente inverso a los comienzos de la perfumería: cada casa tiene un producto estrella que tiene flankers que aparecen incluso 2 o 3 veces en el año, ocurriendo una nueva creación independiente cada 3 o 5 años. Dado un éxito comercial, lo más seguro es crear variaciones de menor complejidad que retienen la genética del original en sus notas principales y se sustentan en una potente publicidad que no necesita convencer desde cero a un público ya fidelizado, cosa que no ocurriría con una fragancia nacida desde cero con un nombre nuevo. Cada flanker tendrá por defecto una corta presencia en el mercado reduciendo los riesgos económicos en caso que no logre ser un producto atractivo (pero aun así los costos quedan cubiertos por quienes se equivocaron comprándolo) y además creando una sensación de sorpresa constante cuando un nuevo flanker reemplaza al antiguo.

¿Es bueno este planteamiento? Visto desde un lado de calidad y originalidad no es un buen escenario ya que se suele girar siempre sobre una línea aromática base y la aparición de flankers breves justifica copiar el aroma de la competencia como una inspiración de la tendencia del momento. El mercado se satura, ya no sabes si la cosa va en serio o están jugando contigo con tantos cambios y cuesta crear un apego por un aroma que sabes que en 1 año más va a desaparecer. Pero... sí es una buena alternativa para aprender, conocer nuevas propuestas y abrirse a tener una segunda fragancia, en especial para alguien que lleva años y años con un mismo perfume de cabecera y tiene miedos de un descontinuado o una reformulación súbita. En un mundo donde lo único constante es el cambio, un accidente afortunado o un golpe de suerte puede ocurrir en cualquier parte.