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Lacoste Eau de Toliette pour Homme by Lacoste

"Lacoste Eau de Toliette pour Homme" corresponde a la primera fragancia lanzada por la línea Lacoste en el año 1968, y en ese entonces esta fragancia se creo como un acuerdo entre Lacoste y la línea de perfumes de Jean Patou para crear una fragancia deportiva que diera una imagen de estatus y elegancia. Como curiosidad, tanto Jean Patou como René Lacoste hicieron aportes al vestuario del tenis: Patou diseñó la falda de tenis y Lacoste inventó las camisetas estilo polo con tejido en piqué.

Al aplicar en papel lo primero que se siente como nota de cabeza es un aroma a mentol mezclado con notas frescas, el cual cambia después de 1 minuto a una nota de limón bastante intensa y pura, fresca, limpia y atemporal, que hace olvidar que se está frente a una fragancia de hace 40 años y sigue el espíritu deportivo de Lacoste (para esa época René Lacoste todavía estaba vivo). La sensación dura unos 10 minutos y luego pasa a notas medias, con aromas mucho más viejos y terrosos de vetiver, algo de lavanda y el mentol de la cabeza. El mentol toma presencia y recuerda a las espumas de afeitar mentoladas. En notas de base el mentol y el vetiver bajan bastante de intensidad, tomando notas más maderosas clásicas en la línea del sándalo y el musgo de roble.

La fragancia sufre por el estilo de la época en que fue creada... si bien la partida tuvo notas de limón puras, que competían en intensidad fácilmente con cualquier otra fragancias de características aromaterápicas, en el resto de las notas sigue los patrones masculinos de la perfumería clásica, dominado por el vetiver, la lavanda y el mentol. Por estilo se siente de diario, como un after shave o un aroma después de la afeitada y ducha, de inicio de día y sin exigencias... relajado o deportivo en verano o invierno. Debido a la similitud que tiene con otras fragancias más simples o productos de afeitado, pierde potencial si se intenta ocupar en oficina, noche o momentos románticos. Por el estilo clásico que tiene, alguien más joven puede sentirse incómodo o perder impacto en la imagen que proyecta, por lo que es mejor en alguien maduro, sobre 40 o 45 años.