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Ostentar, invertir, disfrutar

Si sigues en cuarentena por COVID-19, si ya andas con una tiza en la mano marcando en la pared los días que no sales al exterior y te das cuenta que toda la semana has llevado tu suéter favorito porque no has necesitado mostrarte en teleconferencias en el trabajo, entonces haz un poco de memoria hace 1 año atrás y piensa cuál era tu motivación para ir de compras por ropa o perfumes. ¿Eran esos afiches en el mall que te prometían una dosis de sofisticación, de seducción garantizada o un ingreso rápido a un club que lleva el nombre de una marca muy publicitada como esos suéteres o camisas cuya marca se lee desde la vereda del frente? ¿o sólo el deseo de vestir u oler diferente al resto a cualquier costo? ¿o sólo placer personal por tener algo único o de calidad tocando tu piel, lo cual consideras que fue una buena inversión?

Hoy, rodeado de 4 paredes puede que tus necesidades hayan cambiado y dentro de tus pertenencias comenzarás a distinguir productos más bien vanos o irrelevantes, como también apreciarás a modo de pequeñas joyas o tesoros varios productos que te acompañarán en el día casi como cómplices de fechorías y te alegrarán la jornada: tus zapatillas viejas que están amoldadas a tus pies, pantalones relajados, camisetas frescas que permiten que te muevas libremente o chalecos cálidos y abrigadores que complementan la energía de un tazón de café o sopa. Y el perfume debería caer dentro de esta misma categoría de comodidad donde lo usas generosamente marcando tu ánimo del día o lo usas en pequeñas cantidades como un lujo que agradeces de manera especial. Pero la ausencia de perfume en el día ya dice algo incorrecto de tu colección de fragancias. Tal vez te orientaste demasiado a un escenario, muchas selecciones de categoría "peso pesado" para mantener a raya a tu colegas de oficina o selecciones especiales adquiridas para ser el alma de la fiesta con una faceta diferente en cada noche de fin de semana, pero demasiado estrictas o particulares para encajar en un momento de relajo más personal o familiar.

Muchas perfumerías van a estar cerradas y las multitiendas van a ofrecer en línea sus productos más rentables, los que se venden mejor y que vienen apoyados por una publicidad o afiche que ya viste en Internet y por la que, al menos hace 1 año, tenías una debilidad de creer lo que te prometían. A falta de muestras, todo se reduce a una compra a ciegas, auspiciada sólo por ti y con una sensación de ruleta rusa donde esperas que el aroma te deje conforme y que por el precio te vas a autoconvencer que te debe dejar conforme.

Si el aislamiento ya nos ha hecho cuestionar nuestra forma de vida, los negocios y la manera de hacer las cosas, ¿por qué no probar algo diferente? ¿Por qué no ayudar a una perfumería pequeña, contactarla y jugártela por el catálogo que ellos tienen? Llama a un amigo, comparte un perfume a medias, decanta una muestra para ti, intercambia la botella por entrega a domicilio, conoce a gente de tu zona con tus mismos intereses y agrégalas al circuito de intercambios, haz un nuevo amigo y arma un club de verdad, de esos que se sostienen por un motivo en común más que por un nombre de lujo.