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El disfrute personal y luego el social

Considerando los tiempos actuales, el trabajo remoto en solitario o en familia, las cuarentenas por COVID-19 y el cierto recelo a estar cerca demasiado tiempo de alguien, la perfumería también debería presentar algunas variaciones con respecto a su propósito original más social asociado a mostrar (o aparentar) limpieza o actuar a nivel divino como el humo purificador que aísla un sitio santo del mundo cotidiano (léase "autoritario" en un mundo laboral) abriéndose por el disfrute personal y las intenciones de las "aqua mirabilis" cuyo propósito era dar bienestar a su dueño.

A nivel comercial el concepto del disfrute personal es uno de los que más cuesta vender ya que los clientes por lo general buscan impacto social, aceptación social o sostener un estatus y eso se refleja en las publicidades con un o una modelo con capacidades de seducción casi hipnóticas, situaciones de alegría y diversión garantizada con amigos o las posibilidades de igualar la elegancia y desplante de una estrella de cine y moverse por lugares mágicos o exóticos. Tal vez esos anuncios de un yate en alta mar, de alguien haciendo deportes o estando en un momento en solitario recibiendo la brisa del mar están más cerca de reflejar un alineamiento con el disfrute personal, pero aun así siempre existe esa extraña diferencia entre la imagen del afiche y la primera impresión que deja la fragancia al ser aplicada en la piel.

Las perfumerías de nicho suelen ser vistas como un escape sibarita para quienes ya están aburridos de las ofertas comerciales y, al manejar muy poca publicidad, gran parte de la inversión recae en ingredientes bien escogidos. Cabe destacar que nicho no significa necesariamente lujo o costo alto destacando más por ser un tipo de diseño que celebra la creatividad y los aromas de autor por encima de los estudios de mercado. Hay de todo, como el caso de Ormonde Jayne donde el costo justifica la selección de materiales naturales que representan diferentes partes del mundo usando sistemas de maceración artesanal, o la línea de Tom Ford donde Neroli Portofino usa destilados de flores de limoneros de notas profundas y con denominación de origen a pesar que el resultado final se confunde con un agua de colonia. En el punto medio de la escala está el ejemplo de Lush que juega con la imaginación de un padre y un hijo como perfumistas y Fragonard que cuenta con pocas tiendas en torno a un centro productor en Grasse orientándose a turistas y descubridores, moviéndose hacia un extremo mucho más creativo donde surgen en el camino aportes como los de Tokyo Milk y Juliette Has a Gun que siguen estilos minimalistas que evocan el aroma del mar o del sol en la playa, llegando a situaciones muy particulares como la línea Demeter que tiene una biblioteca de aromas de comportamiento lineal con referencias de una nota a flores o frutas, pero también abriéndose a recuerdos como la tierra de un jardín, el aroma a polvo de una tienda de libros viejos, a talco de bebés, a humedad de suelos durante una tormenta o aroma a cuello de gatos.

¿Cuál debería ser el propósito principal de un perfume cuando se adquiere y se usa? Crear amor propio. Los perfumes se quieren, se disfrutan y se imaginan... pueden recordar lugares pasados, momentos especiales y crear un espacio íntimo o zona segura ante un ritmo de vida demasiado acelerado. La publicidad puede dar guías o presentar novedades, pero no debería crear recuerdos artificiales de un lugar en el que uno nunca ha estado y por el cual uno nunca ha desarrollado una emoción.

¿Cómo escojo mi perfume? De la manera más sincera posible, privilegiando el agrado personal. Uno aprende a caminar antes de correr y al igual que en la sastrería un traje azul oscuro actúa como comodín para muchas situaciones y sirve de base para un siguiente traje más atrevido, corporativo o vanguardista, el primer perfume es el del fin de semana que se adapta con la cantidad de sprays a salidas en la noche o aportando una sensación de limpieza laboral manteniéndose bajo el nivel intrusivo. El segundo perfume que uno compra protege al primero evitando que se acabe antes de tiempo y actuando como un complemento en nuevas situaciones como un frescor adicional en verano o una calidez abrigadora que da ánimo a una caminata bajo una fría lluvia de invierno, tomando un matiz social más alto al entregar una nueva capa de misterio en la noche o reforzando una confianza propia en la oficina.

¿Qué tan grande debe ser mi colección de perfumes? Lo suficiente para que todos se usen y se acaben en algún momento, dejando ir un aroma para volver al mismo o para evolucionar a un nuevo estilo. El perfume que uno compró para la única gala o fiesta de matrimonio que ha asistido en los últimos 5 años debe reutilizarse en otro escenario y a lo más dejar en espera un aroma para volver a usarlo en el siguiente invierno o siguiente verano. Los perfumes cubren necesidades y si uno está conforme con lo que se tiene no debería entrar uno nuevo a no ser que salga uno antiguo. Además el paso del tiempo afecta todo y un aroma rancio o desvanecido ya no crea los mismos recuerdos de antes.