Realiza una Búsqueda

Vuelta a la calle

Pronto en varios países y ciudades comenzará el fin de la cuarentena por COVID-19 regresando la vida social en oficinas y lugares de esparcimiento, con algunas restricciones como el uso de mascarillas, la distancia entre personas y el no superar un máximo de personas dentro de un espacio cerrado.

A nivel de perfume ocurrirán algunos cambios, como por ejemplo evaluar a nivel comercial si se mantiene en tiendas el sistema de prueba de fragancias por varillas de papel que se llevan a la nariz o se inventará otro mecanismo de prueba. Puede que vuelva el sistema de probar en la piel en zonas no expuestas al roce exterior y a productos de limpieza como el antebrazo, pero que limitan la cantidad de pruebas y no permiten la opción de oler y descartar. Dentro de lo social y después de mucho tiempo de haber usado fragancias sólo para estar en casa, se van a dar 2 situaciones extremas:
  • la gente va a optar por usar perfume de manera muy discreta y personal
  • habrá una tendencia a recurrir a grandes dosis de fragancias, mayores a las que se solía ocupar, para que pueda cubrir la mayor distancia que existe entre personas y para que el aroma pueda traspasar las mascarillas.
Para las dos alternativas viene la pregunta, ¿para qué usas un perfume?

El usar menos cantidad que antes es una opción válida, en especial si se quiere atesorar un perfume que se aprecia mucho. La fragancia se sostiene como un complemento a la limpieza personal y está presente en la piel, si se quiere recordar su aroma basta con frotar con los dedos la zona de aplicación. Aquí manda el gusto por tener un producto que se disfruta de forma individual y personal.

Con respecto a la súper aplicación... bueno, hay fragancias que tienen la ventaja de producir efectos a nivel social, de mostrar autoridad o destacar del promedio, pero si ya cumplían su propósito con aplicaciones normales hay que mantener esas dosis. Las fragancias se sienten a pesar de las mascarillas y siguen dejando estela al caminar a pesar de estar alejado de alguien. Una mayor aplicación, aparte de afectar la economía y hacer que la botella dure menos de lo acostumbrado, puede comportarse de manera diferente a una mayor concentración. Si el perfume ya se mostraba llamativo y al borde de lo intrusivo con algunas notas molestas todavía dentro de un margen de comodidad, con una dosis más alta se termina cruzando este límite y de ser una persona correctamente perfumada se pasa al extremo de convertirse en un elemento emisor de aromas agresivos. Las prioridades cambian en este caso y en lugar de tener una fragancia individual para destacar se está convirtiendo en un aroma para los demás... es mucha preocupación social y lo más probable es que uno se sienta más ahogado o saturado que en otras ocasiones.

En ambos casos lo mejor es siempre recordar el mantener el disfrute personal, con el perfume siendo un complemento de las actividades del día: si uno se siente bien y alegre termina contagiando ese bienestar y alegría a los demás, existe buena disposición y socialmente uno es recordado por cosas buenas. El perfume es el catalizador para situaciones de alto dinamismo, expresión personal, relajo y momentos de concentración porque invita a realizarlas aportando un marco o entorno apropiado, no es el Cupido que conquista al chico o a la chica por su cuenta, crea con una rociada la personalidad de un James Bond ultra sofisticado o se gana el ascenso en la empresa sin hablar ni mostrar una sola idea, estadística o innovación.