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Evolución de las fragancias y regreso a las raíces

¿Se han puesto a pensar, desde la primera vez que usaron un perfume hasta ahora, cuánto han cambiado sus gustos? ¿Que al igual que la ropa hay prendas que les llaman la atención, que las adquieren porque distinguen, porque crean una nueva imagen, y luego se sienten atrapados por el mercado porque todo el mundo anda vestido igual y la única alternativa que tienen es seguir la corriente y comprar lo que está disponible en tiendas... y en todas las tiendas?

Las fragancias tienen su historia. Partieron como un elemento casi divino o de purificación que acompañaba ceremonias religiosas como los inciensos y las maderas fragantes relegando a las frutas y los cítricos sólo a la alimentación. Luego avanzaron por el lado de la distinción por ahí en los tiempos de la Edad Media, en parte por ocultar los olores corporales pero también por ostentar lujo con flores finas o especias que se obtenían de cargamentos traídos del Oriente. Sólo a comienzos del siglo XVIII el uso de los cítricos toma fuerza como un elemento de bienestar con la famosa agua milagrosa de la ciudad de Colonia en Alemania que se podía beber o usar como una frotación de cuerpo abriéndose al uso de plantas y algunos elementos animales como la civeta o el ciervo almizclero, continuando de manera caso estable y unisex hasta el siglo XIX donde la publicidad comienza a crear diferenciaciones entre las mujeres y los hombres, donde estos últimos eran un segmento reacio que había que conquistarlo con notas neutras o correctas, como maderas, lavanda y limones evitando las referencias a lo que pudiese oler extravagante.

Haciendo el símil con el vestuario, el siglo XX se caracteriza por reacciones de oposición a algo ya establecido: los pantalones con pinzas y a la cintura de los trajes de hombre de los años 40 y 50 pasan a las caderas ceñidas de tiro bajo con piernas acampanadas de finales de la década de 1960 y durante todos los años 70. Las hombreras estructuradas de los años 80 caen a niveles relajados en 1990 y luego se entallan a nivel de sastrería en el 2000 manteniéndose inusualmente más del tiempo acostumbrado por un tema de comodidad y por una silueta ajustada que va alineada con un interés en mantenerse en forma en el gimnasio.

¿Cómo va la línea de la perfumería? Se mueve estable con una riqueza de ingredientes variados, en general siguiendo una estructura silvestre verde para hombres y con flores de jardín para mujer, hasta la década de los años 70 donde la elegancia de las fiestas disco y la importancia de los cargos ejecutivos en empresas obliga a una mayor complejidad. En 1978 surge Polo de Ralph Lauren y Azzaro pour Homme con la sensualidad irreverente de Charlie de Revlon de 1973 y la oscuridad inciensada a la canela de Opium de YSL de 1977, luego sigue de manera clásica y estructurada en tonos mediterráneos masculinos y rosas intensas femeninas hasta caer a un relajo en los años 90 en tonos de agua limpia de la familia de L'Eau d'Issey de Issey Miyake, Kenzo pour Homme y Dolce & Gabbana pour Homme, pero en enfoque de sastrería cambia en el 2000 por el debut de las notas sintéticas y los tintes de licor como el cashmerán, el ambroxán y el grano de tonka. La publicidad vuelve a meter las manos favoreciendo la repetición de éxitos de la década anterior como el pachulí de Angel de Thierry Mugler con una orientación mucho más joven y de fiestas. El poder adquisitivo está en manos de una nueva generación y en cierta forma el oler de una misma manera garantiza el pertenecer a un mismo club.

En décadas anteriores un pantalón del ancho incorrecto, o una chaqueta más o menos entallada delataba a una prenda vieja, pasada de moda o algo heredado de alguien mayor. En perfumería una dosis alta de rosas o cedro todavía se interpreta de manera extremadamente maternal o paternal con respecto a la tendencia de notas sintéticas o licorosas, pero en la época actual hay mucho más diversidad, se aceptan nuevos colores de cabello, tatuajes, formas de orejas, piercings ... ¿por qué no abrirse a nuevas notas? ¿por qué no recuperar esa tradición antigua de la perfumería donde el aroma era el resultado de una selección de notas especialmente seleccionadas... calidad por encima de la moda?

En este periodo de menor relación social piensen en sus perfumes antiguos, en el por qué dejaron de usarlos, en volver a apreciarlos y juéguensela la siguiente vez que vuelvan a la calle en ir a lo menos publicitado, a esas perfumerías pequeñas que te vendían lo que necesitabas y calzaba con tu personalidad o estado de ánimo en lugar de lo que estaba por debajo de la meta de ventas. En momentos económicamente difíciles, esas pequeñas perfumerías se los van a agradecer.